lunes, 20 de febrero de 2017

Marketing básico. 1

Sábado, 22:20 horas: pasas con hambre por delante de un establecimiento donde venden tortillas, principalmente, y otras comidas caseras. Decides entrar a ver que tienen para llevar porque en cierta ocasión probaste sus productos, en una fiesta de cumpleaños, y te quedaste con buen sabor de boca. Preguntas ¿cómo no? por las tortillas y te responden al unísono sus tres dependientes con expresión ojiplática, casi sin dejarte terminar la frase, que son por encargo y que cierran ya (a las 22:30, para ser más exactos). Al percatarse de nuestra decepción, nos ofrecen una (tortilla) que se les había quedado "tirada" porque se les fue la mano en la cocción y estaba ligeramente negra por encima. Ante semejante ofrecimiento y contando con la posibilidad de poderle quitar la zona quemada con la ayuda de un buen cuchillo, me aventuré a preguntarles a cuánto ascendería el descuento en aquel producto con tara. Pero cuál fue nuestra sorpresa cuando, lejos de ofrecernos la pieza en condiciones ventajosas, mantuvieron el precio marcado en su tarifa y, peor aún, nos hicieron ver en tono altivo que, dado que tenían pedidos ya concertados hasta marzo (si no recuerdo mal) eramos unos divinos afortunados al poder conseguir tamaña gracia en forma de conglomerado mal cocinado de huevos y patatas, sin cebolla.

Qué mal quedaron en esta ocasión y que bien lo habrían hecho si (ya que se aventuraron a ofrecer un producto deteriorado) se hubieran salido por la tangente de una manera más profesional como, por ejemplo, con alguna frase al estilo de éstas:

- Discúlpeme pero el jefe no nos permite rebajar el producto.

- Perdone, pero ha sido un error por nuestra parte, no podemos ofrecer productos en mal estado.

Observando como evolucionan los negocios a lo largo de la historia, puedes constatar fácilmente que los negocios no se sustentan exclusivamente en el éxito obtenido de forma puntual gracias a un producto original sino que han de basar su estabilidad en una sólida base de la que ha de formar parte de forma irrenunciable el trato excelente a la clientela.

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